Mi rostro
se transmuta por el objeto esquivo
por el paisaje inquieto
que nunca me da tregua a serenar lo visto.
Me alegro de estallarme
intentando entender cuando perfilo un ojo,
cuando gano una boca,
cuando poseo un río
congelado en mi huella de plumilla sedienta
con pigmento excitado
con miedo de desnudo
de ropa con vacío...
Mis fantasmas me siguen
borrachos y entre risas
me cargan sin permiso
agonías ajenas
dolor de curvas rectas
gemidos de acuarela
partos de corazón callados
sed de besos sin fondo
sed de amar aire blanco
sed de tocar alientos...
Mis fantasmas de lienzo
pintan mi cara a diario,
a fuerza de impedirme
que vea de un solo lado
Zamo Tamay
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